EL JOVEN Y EL MUNDO DE HOY.
Objetivo: Analizar la realidad a la que los jóvenes están expuestos, previniéndolos de los peligros que ofrece la sociedad consumista.
Realizar un bosquejo de la realidad en la que se encuentra inmerso el joven: sociedad, educación, religión, ambientes de trabajo, ideologías políticas, etc.
Canto: Dónde está la juventud.
La experiencia de cambio que viven los hombres y mujeres del mundo actual, los variados análisis y estudios especializados en los últimos años, alientan la percepción y reafirman la convicción de que algo nuevo está pasando en este mundo.
No se trata solamente de nuevas situaciones particulares o de nuevos elementos que, sin más, se agregan a los ya existentes. Se trata más bien, de grandes transformaciones globales que afectan profundamente la comprensión y las concepciones que las personas tienen de sí mismas y de sus relaciones con la naturaleza, la sociedad y con Dios. Podemos decir que en las últimas décadas se ha dado un profundo cambio cultural.
Los jóvenes en la variedad de sus procesos históricos y de sus diversidades étnicas y culturales (SD 244), son particularmente sensibles a lo nuevo que está sucediendo. Ellos son, al mismo tiempo, hijos constructores de esta nueva realidad cultural que presenta múltiples y muy diversas manifestaciones que condicionan sus vidas y generan nuevas y variadas comprensiones, relaciones y formas de expresión. Conocerlas y valorarlas, constituye un verdadero reto pues ello implica el buscar formas nuevas de llevar la Buena Noticia a los jóvenes, el reiterarles que Jesucristo es el mismo “ayer, hoy y siempre” aun en esta nueva situación.
Algunas manifestaciones de este cambio cultural.
Cambios en relación con la naturaleza:
Hoy son pocos los que se asombran ante los descubrimientos científicos y del desarrollo tecnológico. Sin embargo, se está dando una profunda toma de conciencia de los límites de la ciencia y la tecnología, que resultan insuficientes a la hora de intentar resolver solo por si mismas los problemas fundamentales de la vida de la persona humana.
La creciente sensibilidad por este problema se expresa en la búsqueda de una nueva relación con el medio ambiente que permita vivir más dignamente en esta tierra que Dios entrego al ser humano para que la trabajase y la cuidase.
Cambios en relación con la sociedad:
La interdependencia de la vida social se manifiesta principalmente en el carácter transnacional de la economía y de los MCS y en los acelerados procesos de urbanización. Esta influencia económica y cultural del llamado “primer mundo” marca la vida de las sociedades y personas y moldea sus intereses, aspiraciones y modelos de consumo.
Las crisis de ideologías y el fracaso de los proyectos históricos de transformación social, van dando paso al imperio del pragmatismo y de la ideología neoliberal y su política de mercado, que se presenta como la aparente racionalidad social e incuestionable modo de intercambio. No sin dificultades, los países latinoamericanos transitan hoy de regimenes autoritario hacia sistemas democráticos. El movimiento sindical no tiene la misma gravitación de antes y busca implementar sus demandas a través del diálogo con los empresarios y el gobierno.
Han cambiado los modos de hacer política y el interés que se tiene por ella. Hoy no es tan claro que el poder radique solo en el estado, en los políticos o simplemente en los grupos económicos. También tiene poder quienes manejan la tecnología y la información.
La misma situación de la pobreza tiene hoy características nuevas. La pobreza de la mayoría convive al lado del desarrollo, del consumo y de la modernidad. Los actores populares y sus modos históricos de resolver los desafíos fundamentales de la existencia, parecen cada vez menos cuestionados en un proyecto histórico de liberación. Las ideas y movimientos que se gestaban en las décadas pasadas ya no tienen las fuerzas transformadoras de entonces, ni constituyen un elemento significativo de su ideal social.
La sociedad se manifiesta cada vez más plural. Crece la valoración de las diferencias y el llamado al diálogo en una sociedad pluralista. Pero al mismo tiempo, este pluralismo acrecienta las posturas subjetivas, y en muchos casos genera actitudes de sincretismo y de gran confusión.
Cambios en la relación con Dios:
A pesar de diversas corrientes materialistas que pronosticaron la desaparición de la sociedad y “muerte de Dios” persiste fuertemente la búsqueda de un sentido trascendente y absoluto para la vida humana y la necesidad de encontrar valores, criterios y normas éticas que la orienten. Las principales ideologías ya no parecen tener la misma fuerza mobilizadora que antes y las principales preguntas de sentido vuelven a hacerse presentes. Esta búsqueda está muy viva en las diversas expresiones de la religiosidad popular en las que el pueblo crea sus vivencias religiosas en medio de las situaciones que le impone la vida moderna. El pueblo resiste a las condiciones adversas de la vida moderna que lo margina, recreando espacios de piedad, peregrinaciones, mandas, fiestas patronales, devoción cotidiana que constituyen verdaderas formas de mística popular muy profunda, frente al individualismo, competitividad y lógica mercantil de la denominación que guía la modernización de las culturas oficiales.
La persistencia de los sagrado se verifica también en el sintomático crecimiento de las sectas y de repuestas que recurren a lo espótico y a lo mágico como respuesta a la búsqueda de sentido. Coexisten así diversas manifestaciones y “ofertas religiosas”, entre las que la Iglesia católica aparece como una alternativa más, entre las muchas posibilidades.
Si se ira el conjunto de estos elementos se constata que se está ante un nuevo tiempo histórico en el continente latinoamericano. Ya no se viven las grandes esperazas revolucionarias y de profundos cambios sociales que caracterizaron la década de los 60s no se vive tampoco ese tiempo de confrontación violenta, de represión y de muerte que se caracterizó la década de los 70s y parte de los 80s. Tampoco se vive el tiempo de la recuperación de la democracia que caracterizó la década de los 80s y parte de os 90s.
Muchos podrían pensar que ésta problemática de la historia resiente tiene poco que ver con los grandes problemas y desafíos que enfrentan los jóvenes de hoy. Sin embargo los jóvenes de cualquier época histórica no crean la realidad en la que viven. Las condiciones sociales, económicas políticas y culturales son para ellos una realidad que les es dada, independientemente de su voluntad. En esa realidad se han socializado, han ido construyendo su propia realidad y han soñado un futuro mejor.
Por otra parte al reflexionar sobre el joven y el mundo actual no podemos dejar de considerar dos corrientes de pensamiento que de alguna u otra manera han influido en la conducta de los y las jóvenes de nuestro tiempo, me refiero al neoliberalismo y a la postmodernidad. El primero que postula la preeminencia del mercado y la libre competencia, y ampara una serie de políticas desrregularizadoras, privatizadoras y liberadoras de las economías nacionales y de los procedimientos tradicionales. El neoliberalismo influye principalmente en los económico, en lo político, en lo cultura y en lo religioso. En este último punto el neoliberalismo a través del materialismo práctico eclipsa el sentido de Dios y de la misma persona humana. Por su parte la postmodernidad niega la existencia de una ley de naturaleza universal y cree que la sociedad no se fundamenta en un pacto social. Sus características principales son el neoindividualismo, el nihilismo, la permisividad y el pensamiento débil.
Claves de lectura
Dos claves de lectura parecen ser fundamentales para procurar una mejor comprensión de los fenómenos que están aconteciendo: el neoliberalisnmo y la repercusión en la sociedad y en la cultura y la postmodernidad que impregnan todos los ambientes en el complejo fenómeno de la comunicación.
El Neoliberalismo.
La sociedad actual es resultado de varias décadas de intentos frustrados por salir del subdesarrollo. Tras la caída del socialismo, el neoliberalismo ha pasado a constituirse, al menos por el momento, en el único modelo socio - económico viable. Cuando un modelo social no es único y tiene que competir con los demás necesita suavizarse y humanizarse para no ser reemplazado por otras alternativas, pero cuando un modelo es único no necesita contemporizar. Es lo que sucede con el neoliberalismo, que se esta desarrollando de una manera casi salvaje en la sociedad actual.
El Neoliberalismo postula la preeminencia del mercado y de la libre competencia, y ampara una serie de políticas económicas desreguladoras, privatizadoras y liberalizadoras de las economías nacionales y de los proteccionismos tradicionales de los países del tercer mundo impuestas por los organismos internacionales dominados por los Estados Unidos, que se aplican de un modo diverso en los distintos espacios nacionales.
Aludiendo al fin del socialismo y de sus anhelos de una sociedad sin explotados, afirma que las utopías y los proyectos del futuro se han terminado y solo cuenta la acción inmediata. El mercado capitalista y la democracia liberal surgen como los únicos que tienen la posibilidad histórica de realización y de éxito. Se habla del fin de las ideologías y se legitiman las propuestas neoliberales con las únicas y mejores alternativas para la economía mundial.
El neoliberalismo significa concretamente:
En lo económico: Las privatizaciones y el fortalecimiento el capital privado, la desregulación de los mercados, la orientación de la economía en función del mercado internacional y la promoción de las exportaciones, la apertura del capital extranjero y la internacionalización del mercado interno. Esto trae como consecuencia, graves cosas sociales como la caída del salario real y una mayor tasa de desocupación, una mayor brecha entre ricos y pobres y la multiplicación de las situaciones de extrema pobreza.
En lo político: La función del estado se reduce prácticamente a ser garantía del equilibrio social favorecedor de la actuación del capital privado. Se reduce también el papel de los sindicatos y de las organizaciones populares y se debilita la real participación del pueblo y de la sociedad civil. La absolutización del mercado como único criterio para regular la actividad económica nacional e internacional agudiza la subordinación de los países pobres a los países hegemónicos. Los gobiernos disminuyen dramáticamente el gasto social y las intervenciones en educación, salud y seguridad social.
En lo Cultural: El consumo la producción y la eficacia, el pragmatismo y el mercado se convierten en los máximos valores sociales la educación orientada a la productividad y a la competencia conduce inevitablemente a un materialismo practico en el que se desarrolla el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo y donde están ausentes las exigencia de la justicia social y del bien común.
En lo religioso: El materialismo práctico eclipsa el sentido de Dios y de la misma persona humana. No obstante esto muchos han querido, e incluso desde el campo católico legitimar este sistema desde los religioso. En estos esfuerzos hay una clara tendencia a suavizar el compromiso exigido por Jesús y acomodarlo a los postulados neoliberales, comulgando con la nueva era, la llamada religión del neoliberalismo.
El neoliberalismo favorece al máximo el desarrollo de las transnacionales, que para promover el consumo, privilegian ciertos modelos de vida y tienen a universalizar y uniformar por la propaganda una cultura del espectáculo, del tener y del aparentar. Las culturas indígenas y autóctonas se sienten avasalladas.
Los proceso, formas concretas y tiempos con que se va implementando el modelo neoliberal, dependen del lugar y de la orientación que se les asignan a las economías nacionales para su inserción en la economía mundial. Los países latinoamericanos han sido considerados como centros industriales y de producción de artículos manufacturados y como exportadores de productos agrícolas y de material rimas, con particular interés en la producción petrolera.
Aunque la mayoría de los intentos neoliberales proclaman los resultados positivos y los grandes indicadores de la economía como el crecimiento del producto interno bruto, la caída de la inflación, el crecimiento económico, el auge de las exportaciones y de las inversiones del capital extranjero y los mayores niveles de consumo son generalmente favorables; en realidad no han generado mejores condiciones de vida y especialmente no han cambiado las formas de distribución de la riqueza generada lo que mantiene y aun ha acrecentado las condiciones de pobreza.
La pobreza extrema a que está llegando la franja más débil de la población, esta produciendo una exclusión violenta de las grandes mayorías de los beneficios del esfuerzo colectivo de los pueblos. El deterioro ecológico se hace sentir también en todos los aspectos. Los recursos materiales, la biodiversidad y las riquezas naturales se sacrifican a planes económicamente rentables para las transnacionales a corto plazo, pero de consecuencias desastrosas para el futuro. No temen sacrificar poblaciones enteras y aniquilarlas por el hombre, el desempleo y la violencia, como ha sucedido con muchas comunidades negras, indígenas y campesinas.
El neoliberalismo arremete violentamente los estilos de vida y las formas de ver y entender el mundo de los pueblos latinoamericanos e influye de forma negativa especialmente en los jóvenes, en quienes se concentran sus efectos más dramáticos: profundas carencia materiales y de vida digna, desempleo, empleos peligrosos mal remunerados y sin seguridad social, crisis del sistema educativo, incapaz de brindar una cobertura suficiente, mayor recensión y mala calidad educativa; inexistencia de espacios para lo cultural y para la recreación, el señalamiento de la juventud de sectores populares como grupo social indeseable, hasta el punto de legitimar su exterminio físico; la criminalización de los intentos de organización y expresión juvenil y la ausencia de proyectos de participación social y políticas juveniles.
La postmodernidad:
La llamada era postmoderna toma conciencia de los fracasos y de los límites de la modernidad y experimenta que sus ideales humanistas y la absolutización de la racionalidad técnico – científica no han generado el mudo igualitario, libre y fraterno que soñaba, sino un mundo de dominantes y dominados donde el proyecto igualitario ha fracasado. Lo que ha generado un ambiente de desencanto que se expresa en los distintos ámbitos de la vida personal y colectiva.
La modernidad esperaba un futuro grandioso para todos los hombres, en el que existiera la igualdad entre las naciones y entre los individuos, confiaba en la abolición de la guerra, de la propiedad y de los colonialismos; esperaba la alfabetización universal, el dominio de la naturaleza, la derrota de las enfermedades y el triunfo definitivo de las ciencia s y la tecnología.
El siglo XX ha demostrado que estos grandes sueños resultaron dolorosamente frustrados y que lo más importante por el momento es procurar sobrevivir y hacerlo de la mejor manera posible. Para las grandes mayorías, ya no importan las utopías, importa lo que se vive hoy y lo que se experimenta en lo inmediato. Si no hay progresos, si no importa hacia dónde se va, lo que vale entonces es disfrutar hoy. Si para la modernidad importaba producir, para la postmodernidad importa consumir. Lo que gusta, lo que se siente, pasa a ser el criterio último de verdad y la motivación Profunda del actuar.
La modernidad hizo especial énfasis en el valor de la vida y del bienestar colectivo. La postmodernidad convierte la vida privada en las medida de todas las cosas; los problemas de los tros son de los otros y deben ser enfrentados y solucionados por ellos. Predomina la lógica de la vida privada: darse los propios gustaos comportarse al estilo propio de cada uno, creer en el Dios de cada uno, etc.
La postmodernidad niega la existencia de una ley por naturaleza universal y cree que la sociedad no se fundamenta en un pacto social, sino en los pequeños acuerdos que puedan darse entre partes que están siempre en conflicto. Todo son preguntas, no hay respuestas, y si las hay, las respuestas se formulan en forma de nuevas preguntas.
La postmodernidad es una crisis al interior de la modernidad. Estas son algunas de sus características principales:
Un neoindividualismo, entendido como afirmación radical de autodeterminación y como desconfianza de lo colectivo, de lo solidario y de todo lo que aparezca como asomo de compromiso con los demás. Reivindica la autonomía de la persona humana, valora la creatividad y la subjetividad, pero tiende a ser una persona sin sentido histórico, replegada sobre sí misma, preocupada sólo del presente y de su vida personal e inclinada fácilmente a caer en la soledad, el aislamiento y el anonimato.
Una nueva forma de Nihilismo que acaba con cualquier posible fantasía utópica. Se niega que las fuerzas de las utopías puedan llegar a cambiar el mundo. Es la cultura del gran vacío y de la descreencia, donde nada tiene suficiente fundamento para orientar globalmente la existencia. Recupera la dimensión de lo personal, lo íntimo y lo privado frente a lo público, pero reduce horizontes, promueve el inmediatismo, la ausencia de visiones a largo plazo y la falta d entusiasmo para trabajar por el cambio de la situación. Lleva a evitar los compromisos permanentes y a no adherir a propuestas de proyectos históricos.
Una mayor permisividad en la conducta moral, fruto del neoindividualismo y consecuencia de la falta de puntos de referencia universales y de valores absolutos. Antes, la familia, la educación, y la misma religión imponían las normas de conducta, las formas de pensamiento, las evidencias colectivas y los principios de legitimación. Hoy hay multiplicidad de ámbitos de vida y de comunicación donde todos se expresan libremente, sin que haya un poder capaz de imponer ideas y conductas para todos.
Promueven una ética más personal, donde vale más el convencimiento de la norma, legitima la búsqueda de felicidad en el tiempo presente, reafirma la libertad individual la necesidad de ser , sentir y expresarse según la originalidad de cada uno y el derecho a la diferencia. Pero pone la búsqueda de la salvación en el presente, debilita y relativiza las convicciones éticas, centra más la atención en los derechos que en los deberes, lleva la crisis del amor y de la sexualidad y a la pérdida del sentido de felicidad y del compromiso.
Un pensamiento débil frente a las ideologías más o menos radicales. Este pensamiento débil quiere echar a bajo un mundo que tenga consistencia en sí mismo y una conciencia capaz de descubrir, conocer y expresar el mundo real. Prefiere experimentar las cosas antes que discutir teorías, recupera el valor de lo cotidiano, el sentido de lo simbólico y de lo ritual. Pero aumenta la fragmentariedad de la vida, dificulta la elaboración de proyectos globales y favorece la manipulación por la publicidad las modas, los medios de comunicación social y las imposiciones culturales.
Como movimiento cultural, el postmodernismo tiene un mensaje suficientemente sencillo: todo vale. Este mensaje no es ni conservador, ni revolucionario, ni progresista; hace irrelevantes las distinciones de este tipo… todos pueden formar parte de él. Se trata de una oleada en la que son posibles todos los tipos de movimientos artísticos, políticos y culturales.
Estas fuertes corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción basada en la eficiencia, promueven una verdadera cultura de la muerte; crean y consolidad auténticas estructuras de pecado contra la vida en la que los jóvenes quedan envueltos y condicionados.
Sin embargo, en medio de esta realidad, los jóvenes intentan sobrevivir con los valores que poseen y luchan por encontrar un lugar en la historia. Es una juventud a la que la cultura de la muerte le ha hecho perder en gran medida el sentido existencial y que necesita urgentemente encontrar una buena noticia que le devuelva el deseo de vivir y le abra las puertas a una cultura de la vida.